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Desde Bogotá. Los alcances de la revolución bolivariana en Colombia



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Intervencionismo o mediación. Según el espejo con que se mire, el papel del Presidente venezolano Hugo Chávez en la política doméstica colombiana, tiene tantos detractores y seguidores como en su propio país.

Su cercanía con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)—que según los computadores del extinto Raúl Reyes y miembros de la inteligencia colombiana incluye financiamiento y tráfico de armas para la guerrilla—ha causado que mientras Estados Unidos lo considera una figura desestabilizadora para la región, el gobierno colombiano de Álvaro Uribe haya tenido que aceptar a regañadientes sus buenos oficios para dialogar con el grupo insurgente y así lograr liberaciones de secuestrados.

No obstante, la necesidad de mantener relaciones diplomáticas con un vecino con el que se comercian más de 7.000 millones de dólares anuales y con el que se comparten 2.219 kilómetros (1,379 millas) de frontera—límites ,en donde dicho sea de paso, es innegable la presencia de grupos armados ilegales, contrabandistas, narcotraficantes y miles de refugiados expulsados por el conflicto—se ha dejado de priorizar recientemente por las atrevidas declaraciones de Chávez en lo que a la política nacional se refiere.

Luego de llamar a los colombianos “traidores” e invitarlos a sumarse a la “doctrina bolivariana”, Chávez fue denunciado ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) por su “intervencionismo” e “injerencia” en asuntos internos. Sus declaraciones motivadas por el convenio firmado entre Estados Unidos y Colombia para la instalación de siete bases militares en el país, impulsaron a cuatro ciudadanos a convocar por las redes sociales Facebook y Twitter a una marcha contra el mandatario que finalmente se desarrolló en más de 100 ciudades del mundo con miles de participantes vestidos de blanco que gritaban al unísono “Chávez, Colombia no te teme” y “¿Por qué no te callas?”.

El venezolano calificó de “estúpida” la iniciativa y como respuesta instaló sendas “bases de paz” en la frontera, en Caracas, en México y en la Habana para denunciar las iniciativas norteamericanas en la región y promover la paz a través de conferencias, videos y debates.
“Promovamos la paz en Colombia. Aquí lo denuncio y lo señalo”, dijo en su discurso ante la Asamblea de la ONU en Nueva York en septiembre.

Las quejas sobre su injerencia se replicaron al interior de la izquierda colombiana que también se ha ido moderando frente a su discurso. El nuevo candidato del Polo Democrático Alternativo (PDA) para las elecciones presidenciales de 2010, Gustavo Petro, antes íntimo amigo de Chávez, le pidió en una entrevista con El Tiempo que “deje de agredir verbalmente a Uribe y por ese medio a Colombia” aduciendo el principio de soberanía según el cual las decisiones de Colombia no deben ser tomadas “ni desde Caracas, ni desde Washington”.

Las fisuras dentro del Polo son evidentes puesto que al mismo tiempo Jaime Dussán , actual presidente del partido, viajó a Venezuela para estrechar lazos con las corrientes bolivarianas. Como si fuera poco, dos funcionarios de la Embajada venezolana fueron vistos en un acto político del Movimiento Socialista Bolivariano (MSB), partido creado en el departamento fronterizo de Cúcuta en 2007 , y que espera obtener personería jurídica a principios del próximo año para participar en las próximas  elecciones presidenciales. El movimiento liderado por David Corredor Cuellar también propone convocar a una Asamblea Constituyente inspirada en el ideario político de Chávez. “Construir la patria que soñó el Libertador Simón Bolívar”.

Carrera armamentista y amenazas paramilitares

Precisamente con el argumento de la defensa de la soberanía y el orden público, Colombia y Venezuela han venido aumentando en sus últimos años su gasto en defensa, lo que analistas no han dudado en llamar una carrera armamentista en la región. Entre 2005 y 2008 Venezuela invirtió 7.000 millones de dólares en armamento, de los cuales 4.400 millones fueron compras a Rusia: 24 cazabombarderos Sukhoi-30, medio centenar de helicópteros MI-17, M-26 y M-35 y 100.000 fusiles Kalashnikov calibre 7,62 mm. Las nuevas adquisiciones al país soviético incluirían 92 tanques T-72 y un sistema antiaéreo con un número aún desconocido de cohetes “reactivos”. Colombia, por su parte invirtió cerca de 5.500 millones de dólares en compras militares, solamente en el 2008.

Aunque un escenario de guerra directa entre los dos países sigue siendo improbable, denuncias con respecto a la presencia de paramilitares en la frontera suscitaron que la Asamblea Venezolana revisara la Ley de Seguridad y Defensa para crear franjas de seguridad en esta zona. Las declaraciones vinieron desde tres frentes del gobierno bolivariano. Según el mismo Chávez, los paramilitares estarían comprando fincas en estados fronterizos para infiltrarse en el país. A su turno el ex vicepresidente venezolano José Vicente Rangel sostuvo que en Cúcuta funciona una base de operaciones contra Venezuela que coordina la actividad de las autodefensas ilegales ya infiltradas.

Incluso desde la sociedad civil el coordinador de la organización “Colombianos en Venezuela”, Juan Carlos Tanus denunció que al menos 147 empresas comerciales colombianas que operan o tienen utilidades en Venezuela “son grandes financiadoras del paramilitarismo”.

Las denuncias coincidieron con la difusión por parte de la cadena Al Jazeera de un vídeo en el que el paramilitar preso Geovanny Velásquez Zambrano, confiesa que en una reunión secreta en 1999, el opositor Manuel Rosales, hoy refugiado en Perú, le ofreció 25 millones de dólares para asesinar al presidente Hugo Chávez. El supuesto complot se había destapado en 2003, cuando el destituido jefe de informática del Departamento Administrativo de Seguridad de Colombia (DAS), Rafael García, reveló al diario Miami Herald que altos funcionarios del gobierno de Colombia fraguaban una conspiración para derrocar a Chávez.

Entre simpatías y apatías por Chávez, el avispero diplomático entre Colombia y Venezuela está lejos de apaciguarse, como lejos está ver de nuevo a ambos presidentes posando para la foto.

*Jenny Manrique es una bloguera que contribuye a americasquarterly.org. Es periodista Colombiana y fellow de la Fundación Internacional de Mujeres en los Medios (IWMF) y del Dart Center for Journalism & Trauma.

 

ABOUT THE AUTHOR

Jenny Manrique es una bloguera contribuidora para AQ Online. Ella es una periodista colombiana que ha escrito para medios como Semana, Votebien.com, El Espectador, Latinamerican Press y Folha de São Paulo. Actualmente trabaja como periodista freelance. Su cuenta de Twitter es: @JennyManriqueC.

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