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Dos Interpretaciones a la Visita de Sánchez Cerén a Venezuela



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Luego de pasar por la elección más reñida en la historia reciente de El Salvador, el país espera que en menos de un mes Mauricio Funes,  el primer presidente del  partido de izquierda Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), deje el poder y le pase la banda presidencial al primer presidente excombatiente del FMLN, Salvador Sánchez Cerén.

El país está literalmente dividido—después de una elección cuya diferencia fue de apenas 0.22 por ciento—y se encuentra en un ambiente de expectativa, en ocasiones tenso y nervioso. Ante una realidad como esa, sumada a un panorama económico desalentador y un aumento en la delincuencia, el presidente electo se verá obligado a colaborar con la oposición política al menos hasta las elecciones legislativas del 2015. Es por eso que la reciente visita de Sánchez Cerén a Venezuela ha generado reacciones encontradas.

Yo le doy dos posibles lecturas a la visita de Sánchez Cerén a Venezuela el pasado 1 de mayo: la primera es optimista y la segunda es un poco más apegada a la realidad. Hace dos meses, en las vísperas de la elección presidencial de El Salvador, el presidente venezolano Nicolás Maduro fue el primero en felicitar a Sánchez Cerén, aun cuando a El Salvador se le agotaban los recursos legales para afirmar quien había ganado la elección presidencial con los márgenes de diferencia más estrechos de las últimas décadas.

A pesar del espaldarazo tempranero que recibió de Maduro, después de su triunfo Sánchez Cerén realizó una gira de visitas por la región centroamericana, en la cual visito primero a los presidentes de Guatemala, Honduras, Costa Rica, Panamá, República Dominicana y eventualmente Nicaragua.  Es hasta ahora—después de dos meses de haber ganado la elección presidencial—que va a Venezuela,  y lo hace únicamente después de anunciar que visitará a Estados Unidos y al Vaticano.

La lógica haría pensar a cualquiera que, dada la importancia que ha tenido Venezuela para el FMLN en los últimos años—tanto en simpatía ideológica desde los años de Hugo Chávez como en la venta de petróleo a las empresas del FMLN, Alba Petróleos—es a Maduro a quien habría de haber ido a visitar primero o al menos segundo.  Es posible que el resultado mismo de la elección, con un margen de apenas 6,000 votos, haya obligado a Sánchez Cerén a dejar a un lado su cercanía con el régimen venezolano para evitar mayores presiones dentro de El Salvador. De igual forma, llama la atención que al visitar a Maduro, Sánchez Cerén únicamente solicito incorporarse a Petrocaribe y no hizo referencia a incorporarse a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).

En este escenario más optimista, la visita a Venezuela de Sánchez Cerén se puede interpretar como un mero trámite donde se reafirma la amistad y solidaridad ideológica, pero donde no queda claro si El Salvador se unirá al ALBA . Otro dato es que Sánchez Cerén realice esta visita antes de tomar posesión de manera oficial; es decir, en su calidad de presidente electo y no como presidente en funciones. De esta manera Sánchez Cerén cumple con una cortesía, un gesto diplomático que por el momento no compromete al país de manera publica.

Ahora bien, quienes pintan un escenario pesimista insisten en que es preocupante que luego de una victoria electoral tan pírrica, el presidente electo Sánchez Cerén vaya a Venezuela y diga literalmente  que “nuestro reto es hacer realidad el pensamiento del libertador Simón Bolívar y de nuestro presidente Hugo Chávez.”  El Salvador es un país con altos niveles de polarización política. Después de hacer un esfuerzo por mandar señales de calma anunciando parte de su gabinete con gente moderada, Sánchez Cerén generó ansiedad en varios círculos políticos, empresariales y en la sociedad en general, con las expresiones que difundió en Venezuela. En fin, pudo haber sido un desliz o más bien una expresión esperada que llego tarde, con poca trascendencia y consecuencias políticas.

En conclusión, la relación con Maduro—y al menos la alusión al modelo Chavista—quedaran rezagados en el discurso político hasta que ocurran las elecciones legislativas de marzo del 2015. Por ahora, de los dos escenarios descritos anteriormente, me inclino por el primero. Es importante reconocer que El Salvador es un país con un sistema de partidos políticos sólido, propositivo y vigilante. Es tarea de ellos y de la ciudadanía en general hacer funcionar el sistema de pesos y contrapesos para que El Salvador prospere y forje su futuro en base a su propio modelo de desarrollo.

ABOUT THE AUTHOR

Julio Rank Wright is a contributing blogger to AQ Online. He is from San Salvador, El Salvador, but temporarily lives in Washington DC.

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