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Una Cumbre, muchos debates



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Que la Cumbre de las Américas, un encuentro continental donde se reúnen 33 presidentes, sea el escenario para que temas de largo alcance pretendan ser discutidos, es una obviedad. La pregunta es si de la ambición no quedará solo el cansancio y si la promesa de la canciller colombiana, María Ángela Holguín, de que los alcances de la declaración final no se conviertan en saludos a la bandera, puede ser real.

Si bien es cierto que el debate sobre la política antidroga ha ocupado la mayoría de los titulares no es el único que quiere ser metido en la agenda. Sobre este hay que decir que busca abrir horizontes más allá de las directrices estadounidenses pro fumigación y entre las propuestas se han colado desde un impuesto a la legalización (hecha por el propio presidente Juan Manuel Santos), hasta el reconocimiento a la hoja de coca como sagrada tal y como sucede en Bolivia (hecha por los indígenas) pasando por el tratamiento de los consumidores como un problema de salud pública (hecha por Ong de siete países).

El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, reconoció que hay la necesidad de que el hemisferio tenga su propia “estrategia” y el gobierno colombiano quiere que al menos de la Cumbre salga una comisión de expertos, sin hacer la claridad de que eso esté en el documento final. Es más desde el principio, diplomáticamente, le está haciendo el quite a que el tema aparezca en los compromisos. De las múltiples propuestas habrá que ver si hay una real voluntad política para ejecutar una nueva política antidroga y no solo declarar que la necesitamos.

Pero este no es el único debate de largo aliento. El mandatario Santos ha dicho que quiere ser mediador entre Cuba y EEUU; él es hombre de mundo y preocupado por la diplomacia internacional ya se había ofrecido al inicio de su mandato como mediador para el fin del conflicto Palestino-Israelí. El tema de Cuba no es menor pues su ausencia en la Cumbre casi logra el boicot de los países del ALBA: Ecuador, Venezuela y Bolivia. Finalmente solo Rafael Correa decidió no asistir advirtiendo además que no volvería a presentarse en ninguna Cumbre mientras fuera presidente—improbable que cuando no lo sea lo inviten. Y aunque Cuba ya fue invitado a volver a la OEA, que su eventual presencia en un encuentro de este tipo esté condicionada al fin del embargo que por décadas ha mantenido los EEUU sobre la isla, hará que esa decisión tenga bastantes cortapisas, empezando por la del implicado gobierno de Barack Obama.

La presencia del presidente norteamericano—cuya estancia de dos noches ha sido toda una novedad pues demuestra, en concepto de algunos periodistas bastante ligeros, que la seguridad en Colombia ha mejorado—metió un tercer tema en la agenda: el TLC. Que mejor que tenerle listas al mandatario estadounidense dos leyes que permiten la implementación del tratado y que el congreso colombiano aprobó de manera express en los últimos dos días: una sobre la regulación de contenidos en internet, que busca ser antipiratería pero raya en los límites de la libertad de expresión, y otra sobre las patentes de especies vegetales, que permite que personas naturales o jurídicas tengan derechos sobre la comercialización de las mismas, y es a juicio de algunos ambientalistas, una privatización de la biodiversidad colombiana.

En la Cumbre los indígenas también quieren ser incluidos. Y ahí viene el cuarto tema: una extensa propuesta que trasladarán a los presidentes delegaciones que han venido de 14 países. Ellas coincidieron en que no vienen a “bailarle a Obama” sino a lograr por fin que se haga efectiva la declaración de los Derechos Indígenas de América, una vieja deuda de los países del continente con temas que casi siempre son espinosos en cuanto comprometen lo que los gobiernos llaman “el bloque de constitucionalidad.” Es decir que estas peticiones no entren en conflicto con la Constitución Política de los países.

En Colombia peticiones como la autonomía de los territorios chocan con la imperativa presencia de la fuerza pública en todo el territorio nacional y la propiedad de la Nación sobre el subsuelo y la explotación de recursos. Además la consulta previa sobre decisiones que afectan a sus pueblos, se ha pasado por alto en numerosas leyes y el gobierno insiste en que sus políticas no pueden tener veto. Una puja que por años han mantenido las comunidades con sus respectivos gobiernos y que quieren que tenga un debate continental.

La experiencia de cinco Cumbres anteriores que no han terminado con mandatos contundentes en las que se robó el protagonismo una fallida implementación del ALCA (Área del Libre Comercio de las Américas) y el libro regalo que le dio Chávez a Obama, Las Venas Abiertas de América Latina escrito por Eduardo Galeano, debe ser el reflejo y la lección de que esta, con debates de tan largo aliento, no se puede quedar en saludos a la bandera. Que el despliegue tecnológico y de cobertura de más de 1300 periodistas (número que dicho sea de paso supera en asistentes a los 1000 actores sociales y a los 300 empresarios que están en Cartagena) y la imperiosa necesidad de la ciudad amurallada de esconder su pobreza por un rato tal y como lo hace en los festivales de Cine o en los reinados de belleza, no sea en vano. Que algo se materialice, es el real mandato de la Cumbre.

Jenny Manrique es una bloguera que contribuye a AQ Online. Es periodista colombiana y editor de Semana.com. Su cuenta de Twitter es @JennyManriqueC.

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Jenny Manrique es una bloguera contribuidora para AQ Online. Ella es una periodista colombiana que ha escrito para medios como Semana, Votebien.com, El Espectador, Latinamerican Press y Folha de São Paulo. Actualmente trabaja como periodista freelance. Su cuenta de Twitter es: @JennyManriqueC.

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