Nadie: Ni las encuestas ni los uribistas más optimistas vaticinaron el desenlace de las elecciones del domingo pasado en las que el candidato oficial Juan Manuel Santos, obtuvo un 46 por ciento frente a un 22 por ciento de su futuro contendor en la segunda vuelta, Antanas Mockus del partido Verde.
Este resultado, si bien algo sorpresivo en términos numéricos, no es fortuito. Es una muestra más de que el país quiere conservar el legado de un mandatario como Álvaro Uribe quien se mantuvo con altos índices de popularidad durante sus ocho años de gobierno. Y Santos, su heredero, quien no perdió oportunidad para decir que en efecto lo era, supo capitalizar este sentir nacional de que aquel discurso de la seguridad democrática le convenía, que la confianza inversionista le convenía, que en cambio el “salto al vacío” con el que se relacionó al candidato Mockus, no le convenía.
Mucho se especuló también sobre los llamados primivotantes, los entusiastas fanáticos de la ola verde que se movieron como nunca antes en las redes de Facebook y Twitter. Su existencia se quedó en la red pero no se vio en las urnas porque claramente no salieron a votar. El domingo en el centro más concurrido de votantes en Bogotá y el país llamado Corferias, la asistencia masiva hacia predecir que la juventud y los abstencionistas se tomarían la vocería de las elecciones y se harían sentir como lo habían hecho aparentemente en las encuestas y a través de manifestaciones y adhesiones espontáneas.
Pero la esperanza del voto independiente no obstante se desvaneció pronto y con solo el 10 por ciento de los escrutinios una tendencia mayoritaria de Juan Manuel Santos se marcó sin reversa. Las razones de su triunfo se sustentan también en la gasolina que le prendió el partido de
Mockus contribuyó al triunfo uribista con sus múltiples contradicciones que pesaron sobre su forma transparente de hacer política: Se confundió al hablar de la extradición de Uribe; dijo no estar de acuerdo con la consulta del voto caribe que pretende unificar esta región del país y que, es una de las que pone muchos votos en contienda presidencial; al hablar de un salario justo para los médicos dijo que le parecía bien un millón (US$500); y en los últimos debates dio extensas y ambiguas explicaciones académicas sobre su programa de gobierno sin tenerlo muy definido. Cuando la gente comenzó a notar sus fallas de comunicación, eligió irse a las toldas de otros partidos y la ola verde cayó en picada. Mientras tanto el discurso del miedo caló, matizado por el hecho de que el presidente Uribe se tomó los medios para hacer declaraciones a favor de Santos y en contra de Mockus.
Los perdedores sin duda, además de las firmas encuestadoras que tendrán que replantearse contemplar en sus muestras a ciudadanos en el exterior y a pobladores de provincias alejadas, fueron los candidatos de los partidos tradicionales. El partido Liberal con Rafael Pardo a la cabeza y ocho años por fuera del poder, y el partido conservador cuya candidata fue la eterna embajadora Noemí Sanin, apenas rasgaron el 4 por ciento de intención de voto lo que les permitirá al menos recibir del Estado la reposición de los sufragios. Pero su resultado los dejó en una posición de poca negociación en las alianzas que no significarán mucho en términos matemáticos para la segunda vuelta.
En cambio los ganadores fuera de contienda son el aspirante por Cambio Radical Germán Vargas Lleras y el del Polo Democrático, Gustavo Petro. El primero obtuvo el 10 por ciento de los votos, casi un millón y medio, porcentaje que nadie pronosticaba y que lo deja como un candidato seguro y fuerte para las elecciones de 2014. El segundo, con más de 1 millón 300 mil votos, demostró que la izquierda en Colombia no está muerta y que su discurso de mano dura contra los terratenientes y justicia para todos, atrae importantes capas de la población que aunque insuficientes, quieren un cambio de modelo.
Tras el triunfo, Santos aseguró en su discurso que los convocará a todos y que tomará lo mejor de cada programa. Es muy probable que los votos de Noemí y Vargas Lleras terminen en sus toldas, y que pese al triunfo holgado en todos los departamentos del país a excepción del Putumayo (sur), su maquinaria se siga moviendo en estas tres semanas que quedan de contienda.
Dicen que en la política, como en el fútbol hay que jugar los partidos para conocer el vencedor. Para ganar, Mockus tendrá que sumar todos los votos de los rivales que se quedaron por fuera, más los abstencionistas. Y eso en política, es un repechaje complicado. Es más probable que se cumpla la consigna que gritaban ayer los seguidores de Santos en su sede de campaña “hoy ganamos, el 20 rematamos”. Llegará el 20 de junio, y entonces veremos.
*Jenny Manrique es una bloguera que contribuye a americasquarterly.org. Es periodista Colombiana y fellow de la Fundación Internacional de Mujeres en los Medios (IWMF) y del Dart Center for Journalism & Trauma. Visita el sitio web de su organización: Votebien.com