En su último número, la revista CA$H publicó una lista de las 100 personas más influyentes de Bolivia. Se trata de una lista sesgada, pues la empresa que la lleva a cabo sólo consulta a 200 “líderes de opinión” en el eje troncal del país (La Paz, Santa Cruz y Cochabamba). Es, digamos, un pantallaza en el que no se encuentra representada la voz del boliviano medio. Aun así, la lista es útil porque permite ver qué es lo que la élite política y empresarial considera importante.
Los resultados dicen mucho acerca de la sociedad boliviana, más por los personajes que están excluidos que por los incluidos. Por ejemplo, llama la atención el porcentaje tan escaso de artistas, deportistas o escritores tomados en cuenta: apenas un músico, un futbolista, una pintora y dos historiadores. “En algún otro país, los deportistas, los artistas, los empresarios o las personas ajenas a la actividad y al discurso netamente políticos pueden llegar a la lista de los primeros, pero en Bolivia no. Esta es una sociedad politizada hasta la médula”, dice la revista.
Las mujeres continúan en la minoría: apenas 18 se abren espacio en el ranking, casi todas vinculadas a la vida política. El resto de los “pesos pesados”, los que ocupan los primeros lugares, pertenece a la clase política pura y dura: prefectos, dirigentes cívicos, ministros. No sorprende encontrar a Evo en el primer puesto, ni tampoco al vicepresidente García Linera en el tercero, o al gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas, en el segundo. Eso sí, es grato descubrir a Savina Cuéllar en el séptimo lugar de la lista. La prefecta de Chuquisaca, una indígena quechua, es la única mujer en situarse entre los diez primeros puestos. Cuéllar ha sabido ganarse el respeto gracias a su consecuente oposición a Evo.
Otro dato revelador es el hecho de que, según la revista, “por primera vez desde que se realiza esta consulta no figura en la lista el embajador de turno de Estados Unidos”. Hasta la llegada de Morales al poder, todos los presidentes de Bolivia vivían pendientes de la opinión del embajador norteamericano con respecto a las decisiones internas. Ahora, el único personaje no boliviano que menciona el ranking es el presidente venezolano Hugo Chávez, en la posición 28.
Curioso, también, que se mencione a seis sacerdotes de la Iglesia católica. Pese a los esfuerzos de Evo Morales por minar la influencia de la Iglesia, el país continúa apegado al catolicismo. El cardenal Julio Terrazas (cuarto en la lista) ejerció como mediador entre los cocaleros y el gobierno antes de la llegada de Evo, y continúa siendo la figura más requerida para apaciguar las aguas en tiempos de crisis.
Es loable el empeño de CA$H por tomarle el pulso a lo que se considera un personaje influyente en Bolivia. Ojalá que la lista pueda ser más representativa en futuras ediciones. Para ello quizás sea necesario incluir las opiniones del boliviano medio en las encuestas, y también de quienes no viven en el eje troncal del país. Un desafío interesante sería ver cómo se puede “despolitizar” esta lista para hacer que también se consideren a los artistas y a los deportistas tan o más influyentes como los políticos. No estaría mal, por ejemplo, darle un vistazo a la forma en que la revista Time confecciona su lista de personajes influyentes del mundo.