Raúl Ricardo Alfonsín, primer presidente de la democracia Argentina, murió el 31 de marzo a los 82 años. Apenas estoy llegando a Buenos Aires después de casi 5 años en Estados Unidos y este es mi primer blog desde aquí. Hoy vaya mi homenaje para el Dr. Alfonsín.
Con él se va una parte importante de la historia argentina de los últimos 40 años. Alfonsín quedará siempre en la historia como el símbolo de la recuperación de la democracia. El ex-presidente tuvo el coraje de impulsar el juzgamiento a la junta militar que fue responsable de atroces violaciones a los derechos humanos. Además, lo hizo sin un clima de venganza y en pos de la reconciliación nacional. El estado de derecho y los derechos civiles se afianzaron durante su presidencia. Por sobretodo, Alfonsín privilegió siempre durante toda su vida política el diálogo tanto con los que pensaban como él como también con sus adversarios. El diálogo, para él, era el corazón de la democracia.
Alfonsín fue una figura central para los argentinos de mi generación que nacimos en la dictadura y crecimos en democracia. Tuve la fortuna de conocerlo. Lo vi por última vez hace algunos meses en su departamento de la calle Santa Fe en Buenos Aires.
Hoy en las calles de la ciudad se hablaba de Alfonsín. Había una larga fila de ciudadanos y decenas de personalidades arribaron al Congreso de la Nación para despedir los restos del ex-presidente. Líderes del mundo también expresaron sus respetos y recuerdos. Para después quedará analizar sus aciertos y sus errores como presidente.
El mejor tributo que la Argentina puede rendirle hoy a su ex-presidente es profundizar la democracia, fortalecer las instituciones, y promover la tolerancia y el diálogo.