La superación de la pobreza no es cuestión de izquierdas o derechas, es cuestión de voluntad. No comparto con quienes vociferan que en el mundo hay una gran conspiración de los ricos para explotar a los pobres. Tampoco me identifico con quienes sugieren que a las izquierdas les conviene mantener niveles de pobreza altos como caldo de cultivo para la sobrevivencia de sus postulados ideológicos. La pobreza en El Salvador es una realidad.
La Dirección de Estadísticas y Censos de El Salvador (DIGESTYC) publicó recientemente los resultados de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) para el 2010. La EHPM arroja datos importantes que se supone deben orientar las políticas públicas, no sólo del gobierno de turno, sino de toda la clase política. ¿Qué nos dicen los últimos resultados? Primero, el 12.6 por ciento de los salvadoreños viven en pobreza extrema, es decir con un ingreso menor a $45.12, lo equivalente al costo de la canasta básica alimentaria. Segundo, el 25.3 por ciento de la población salvadoreña vive en condiciones de pobreza relativa, es decir hogares sin la capacidad de cubrir el equivalente a dos canastas básicas alimentarias. En síntesis, el nivel de pobreza general en El Salvador es del 36.5 por ciento. Los niveles más bajos ocurrieron en el 2006 y pues obviamente los efectos de la crisis financiera mundial del 2008 incrementaron de nuevo los niveles de pobreza.
¿Qué sentido tiene enumerar cifras que seguramente sabremos estimar? Leídas fríamente quizás sugieran que El Salvador es otro país más, que a pesar de haber logrado importantes avances democráticos y de desarrollo, seguirá destinado a la pobreza. Sin embargo, hay una lección más importante que se puede derivar de las cifras y su evolución con el tiempo: para poder superar la pobreza es necesario primero trascender la disputa entre izquierdas y derechas.
Es urgente encontrar puntos de coincidencia en políticas públicas específicas para reducir los niveles de pobreza. Las diferentes fuerzas vivas del país deben reconocer abiertamente que existen dos amenazas claras para la sostenibilidad democrática del país, y la región: la inseguridad ciudadana, incluyendo crimen organizado y la pobreza. En un escenario ideal no debería de existir retórica ideológica de izquierda y derecha al afrontar realidades que ponen en jaque la viabilidad nacional. La combinación de liderazgos anclados en el pasado, un aparato estatal lento e ineficaz y la ausencia de una visión compartida del futuro entre la clase política, sociedad civil y sector privado nos mantienen en medio de una batalla ideológica.
El contexto electoral es la oportunidad perfecta para que los partidos políticos logren acercar posiciones, sin temor, en temas de trascendencia nacional. En pleno siglo veintiuno hay temas que no deberían ser víctimas de la polarización: acceso a servicios básicos, educación, salud, política energética, competitividad nacional, institucionalidad democrática y prevención de la violencia, entre otros.
La reacción de la sociedad civil salvadoreña ante la crisis de choque de poderes entre los órganos legislativo y judicial unos meses atrás fue ejemplar. Sin embargo, así como se reaccionó apasionadamente ante un decreto legislativo, es preciso reaccionar más enérgicamente contra la pobreza que roba vidas y aplasta sueños.
Julio Rank Wright is contributing blogger to AQ Online. He is from San Salvador, El Salvador, but temporarily living in Washington DC.