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Las batallas que libra Venezuela



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Durante la última década los venezolanos han vivido cada contienda electoral como una batalla en la que se juegan la vida o la muerte. Tal vez influenciados por el peso del pasado libertario, o por continuar bajo la mirada de una docena de próceres cuyas efigies aún se alzan en la explanada militar que antecede al principal fuerte de la capital, en la Venezuela de estos días los ciudadanos están inmersos en “una lucha” o “una cruzada”, dependiendo de la tendencia política de preferencia.

Este domingo 14 de abril, casi 15 millones de electores decidieron quien gobernará el país por los próximos seis años. A 39 días de la muerte del ex presidente, Hugo Chávez, los venezolanos se debatieron entre continuar el legado del polémico líder, dando un voto de confianza en su “hijo” político, o iniciar un viraje de la mano del opositor Henrique Capriles Radonski, quien ya fuese derrotado por Chávez en los pasados comicios presidenciales de octubre de 2012.

Durante la frenética campaña electoral de 10 días, ambos candidatos recorrieron el país, visitando hasta tres estados diferentes por día. El discurso, centrado en ataques de índole personal e invocaciones emocionales, careció de propuestas para temas centrales que afectan a la Venezuela contemporánea: inseguridad, desabastecimiento de alimentos y productos, inflación y fallas en los servicios.

De lejos, es la inseguridad el principal reclamo de los venezolanos. El año pasado, de acuerdo con cifras del Observatorio Venezolano de Violencia—ONG especialidad en criminalidad— 21.692 personas fueron asesinadas en el país, elevando la tasa de homicidios a 73 por cada 100 mil, casi el triple de países como México o Brasil. Por su parte, el Ministerio de Interior y Justicia habla de 16 mil.La violencia ha modificado los patrones de conducta del país. Las calles de las ciudades comienzan a quedar desiertas con la entrada de la noche, las casas y edificios cada vez más escondidos por barrotes, y los carros con vidrios polarizados marcan la rutina de un país que vive con miedo. Más de 16 millones de armas pululan en la nación que alberga a 28 millones de personas. La violencia está presente hasta en los momentos menos pensados, como el cierre de campaña del presidente, Nicolás Maduro, el pasado 12 de abril, donde cuatro personas fueron asesinadas en medio de los festejos.

Capriles habla de educación y trabajo como las alternativas para solucionar la problemática que no respeta género ni clase social. Ya Maduro ofrece planteamientos más místicos: al término de su acto final de propaganda, anunció haberse reunido con “jóvenes de 200 cuerpos delictivos” para recibir de ellos el compromiso de abandonar el crimen en caso de que él sea elegido presidente. La promesa fue sellada con una franela con la inscripción “fuerte, firme y seguro, el hampa cambia con Maduro”.

Pero el miedo a un asalto no es el único que afecta la vida de los venezolanos por estos días. A menos de 24 horas de iniciar la votación, un recorrido por los supermercados de la capital revela otra de las necesidades inmediatas: la escasez de alimentos y servicios. Productos de la cesta básica como mantequilla, café, arroz, azúcar, sal, papel higiénico y hasta jabón para lavar platos, son algunas de las cosas que no se encuentran con facilidad. Un estante vacío es una imagen común en la Venezuela contemporánea.

Un férreo control de divisas, impuesto hace 10 años por el Gobierno nacional, ayuda a explicar la situación. En un país que importa 80 por ciento de cuanto consume, que el Ejecutivo determine cuándo, cómo y cuántas divisas se otorgan al sector empresarial para realizar sus transferencias, no es poco poder. Los empresarios reclaman la falta de rapidez en la entrega de los recursos, así como la discrecionalidad en la etapa final del proceso. Aunado a la desarticulación del agro que fue afectado con expropiaciones vagamente sustentadas, el sistema ha derivado en una crisis de desabastecimiento que se ha profundizado en los últimos cuatro meses.

Ambos candidatos ofrecieron aumentos salariales entre sus primeras medidas para mejorar el depauperado poder adquisitivo del venezolano, pero lo cierto es que una devaluación monetaria en 32 por ciento a principios de este año y la inflación en 20,1 por ciento al cierre de 2012 son algunos números que marcan los primeros cien días de la gestión de Maduro.

A pesar de ser sede de la tercera mayor represa del mundo, la hidroeléctrica del Guri, Venezuela también tiene que enfrentar cortes imprevistos del servicio eléctrico, a menudo adjudicados a una supuesta injerencia norteamericana para “desestabilizar el país”, y nunca reconocidos como consecuencia de años de falta de mantenimiento.

Pero quizás sea la polarización uno de los mayores legados de la gestión del presidente Hugo Chávez. El dirigente, quien perdió la batalla contra el cáncer el 5 de marzo, es recordado en cada esquina de la capital como el redentor de los pobres; en cuanto que Capriles es rechazado por provenir de la élite capitalina y no entender el sentir de los barrios que, durante años de gobiernos democráticos, fueron relegados a las faldas de las montañas que encierran el valle de Caracas.

Analistas políticos advierten sobre la ausencia de condiciones en el país para el diálogo. Y es que, además del desconocimiento del otro como parte del país, el único punto en el que todos parecen concordar es en que, en este domingo 14 de abril, Venezuela libró otra batalla con ribetes épicos.

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Paula Ramón is a contributing blogger for AQ Online. She is a Venezuelan journalist based in Brazil.

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