Esta semana los líderes de The Guardian se reunieron con los directivos del diario El País para la entrega del premio Ortega y Gasset, pero más allá de los formalismos, fue un encuentro entre periodistas, donde emergió un debate que nos afecta a todos. ¿Cuál es la esencia del periodismo y su vigencia?
La respuesta fue inmediata: las historias. Más allá de los soportes, es decir redes sociales, contenidos audiovisuales o elementos para difundir la información, lo que marca la calidad y sello del contenido, son las historias.
Aquellas que no se encuentran en un comunicado de prensa. Aquellas que no se encuentran, muchas veces, detrás de un escritorio.
Los periodistas somos personas que contamos historias sobre otras personas. Es tan simple como eso. Es un oficio esencialmente humano y aunque la industria ha afrontado tiempos de enorme crisis, apostar por las historias, es apostar por un mundo que se alimenta de conexiones propias de nuestra naturaleza social.
El soporte es sólo el vehículo, pero es finalmente la historia lo que nos hace detenernos. Al leerla nos vemos a nosotros mismos, cómo afecta nuestra vida, nos hace reflexionar respecto a qué queremos hacer en este minuto o en los próximos 10 años. Nos interesa, nos molesta, nos lapida, genera una reacción.
En un mundo plagado de información, donde con un click podemos encontrar casi cualquier cosa, son las historias las que diferencian a los medios.
En otros tiempos, antes de la era de Internet, la capacidad de obtener la información ocupaba un rol más protagónico, pero hoy eso ha cambiado drásticamente y la exclusividad la da la calidad de una buena historia.
Tras un doloroso camino, el periodismo está volviendo a su esencia o al menos hay un reconocimiento de que ese es nuestro norte.
La esencia de este oficio también está en aprender de quienes acumulan a su paso un sin fin de historias. Aquellos que usaron el fax mucho antes que el computador. Y es que el periodismo está muy relacionado con siempre mantener el sentido de sorpresa e interesarse verdaderamente en el otro.
En mis cortos 11 años en esta carrera, uno de los grandes periodistas que he conocido fue José Meirelles Passos, quien trabajó por muchos años para O Globo. En 2005 nos tocó compartir la cobertura de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos en Fort Lauderdale.
Yo estaba desesperada porque no llegaban los buses y se acabaría el tiempo para ingresar al lugar. José viendo mi ansiedad me dijo…. “tranquila que la historia no está ahí adentro”.
Ciertamente no lo estaba y eso nunca lo olvidé.