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Un breve análisis sobre el primer año de gobierno en El Salvador



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El segundo gobierno del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) recién cumplió su primer año de gestión bajo el mando del Presidente Salvador Sánchez Cerén. El primer aniversario de Sánchez Cerén llegó bajo la sombra de uno de los meses más violentos desde los Acuerdos de Paz en 1992. El mes de mayo terminó con 641 homicidios, una cifra que a todas luces debe alarmar. De cara al primer año de gobierno, es preciso intentar hacer un breve recuento de lo bueno y lo malo del primer año de gestión, así como una rápida reseña sobre el estado de la oposición política en el país.

Lo bueno: es casi inevitable concluir que la labor más aceptable dentro del gabinete de gobierno ha sido la del Canciller de la República al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores. El Canciller Hugo Martínez ha logrado mantener unas relaciones cordiales y fructíferas con los Estados Unidos, el principal socio comercial y el aliado estratégico más importante, a pesar de las posturas históricas anti-estadounidenses que han exhibido su partido. La gestión del Plan de la Alianza para la Prosperidad ha posicionado a Martínez como un funcionario con capacidad de negociación. Proyectar una imagen positiva y buscar inversión extranjera en El Salvador cuando ocurren 641 homicidios en un mes no es tarea fácil.  Después del primer año de gobierno, Martínez demuestra, una vez más, que él es uno de los funcionarios más capaces del gobierno y una carta importante para el FMLN.

De igual forma, estos primeros 12 meses de gestión han afirmado el rol protagónico del Vicepresidente Óscar Ortiz. Las intenciones de jugar un rol proactivo en los acercamientos con el sector privado y en la promoción de inversión extranjera han ayudado, aunque no es suficiente, a aminorar los desacuerdos entre otros miembros del gabinete con el sector privado. Aún no queda claro si Ortiz, otra carta importante para el FMLN, se ha dado como producto de su propia astucia política o por una determinación de su partido y del presidente mismo de que debe jugar un rol importante en el gabinete. Menos claro está si en lo que resta de la gestión, Ortiz asumirá liderazgo en los planes de seguridad pública, un área donde habría tenido resultados positivos como funcionario previo a su elección.

La tercera cosa buena es el obligado distanciamiento de la retórica chavista. Ciertamente las bases del FMLN y ciertas posiciones oficiales del gobierno de Sánchez Cerén en el exterior y en foros multilaterales han fallado en exigir respeto a los derechos humanos en Venezuela; sin embargo, esa ambigüedad no es exclusiva del gobierno de El Salvador. En Latinoamérica, todos y cada uno de los países, sin excepción, son cómplices del silencio con respecto a Venezuela.

Lo malo: Existe consenso entre analistas y distintos sectores que El Salvador es un país sin rumbo. La falta de liderazgo desde la Casa Presidencial ha sido notoria. En el gobierno, no hay rumbo y no se sabe qué nivel de poder de decisión política tiene el presidente. 

Segundo, la seguridad sigue siendo el talón de Aquiles del país. Existe desarticulación entre estrategias de seguridad, y el gobierno ha optado por mayor militarización de la seguridad ciudadana, a pesar de haberse opuesto a ello cuando era oposición. Finalmente, la gestión económica en general sigue siendo deficiente. El país se ubica en último lugar en atracción de inversiones y las metas de crecimiento económico no fueron alcanzadas.

En cuanto al principal partido de oposición política, la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), es preciso ofrecer una breve apreciación. Luego de resultados favorables en las elecciones municipales y legislativas donde se ubica como principal fuerza política del país, ARENA parece aun tener algunos temas pendientes. De cara a una próxima renovación (o no) de su dirigencia en septiembre, los fantasmas de la fragmentación interna del partido se asoman. Aún no está claro si el actual presidente del Consejo Ejecutivo Nacional de ARENA (COENA), Jorge Velado, seguirá al frente o si habrá cambio de liderazgo. La ponderación que ARENA deberá hacer es estabilizar o abrirse a posibles confrontaciones internas por cambio de dirigencia.

Después de las elecciones, se generó gran expectativa por los rostros nuevos electos como diputados por ARENA. Luego de las elecciones, una de las críticas hacia el partido de oposición es que a pesar de que estos nuevos cuadros políticos ganaron las diputaciones al final, parece haber imperado la vieja guardia en puestos de la junta directiva del órgano legislativo y en posiciones de poder y de toma de decisiones. A un año del inicio de la gestión de Sanchez Cerén, lo más obvio es que el Estado salvadoreño, a pesar de su relativa estabilidad, aún debe mejorar su capacidad de gestión por lo que urge de una reforma de modernización del Estado. Hay tiempo, pero lo que falta es voluntad.
 

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Julio Rank Wright is a contributing blogger to AQ Online. He is from San Salvador, El Salvador, but temporarily lives in Washington DC.

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