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Por qué China está reconsiderando sus inversiones en América Latina

Reading Time: 6 minutesEl interés de China en la región se ha enfriado y esta tendencia continuará, escribe una destacada experta en relaciones sino-latinoamericanas.
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SHENG JIAPENG/CHINA NEWS SERVICE/VCG/GETTY

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Este artículo está adaptado de la edición impresa de AQ sobre China y América Latina | Read in English

América Latina es una región de gran interés para China, pero los obstáculos para un mayor compromiso (algunos nuevos y otros de larga data, dentro del país y en el exterior) atemperarán la actividad china en la región en los próximos años. De hecho, una revisión de los desarrollos en el terreno en América Latina ya sugiere cierta moderación en los niveles de actividad china, ya sea por parte de inversionistas chinos o a instancias de gobiernos latinoamericanos, que en algunos casos buscan vínculos con un rango más amplio de socios económicos.

Aunque el comercio sigue siendo dinámico, la inversión extranjera directa y las finanzas de China ya se están desacelerando en América Latina. Las fusiones y adquisiciones y los nuevos proyectos cayeron desde un nivel récord de $17.5 mil millones de dólares en 2017 a sólo $7.6 mil millones de dólares en 2018, según el Centro de Políticas de Desarrollo Global. Los proyectos nuevos solamente sumaron $1.6 mil millones de dólares en 2018, el nivel más bajo desde 2006. El Banco de Desarrollo de China y el Banco de Exportación e Importación de China registraron niveles de financiamiento comparativamente bajos hacia los gobiernos de América Latina en los últimos dos años.

Esta disminución de la actividad se puede atribuir a una serie de factores, algunos de los cuales han inhibido la actividad china en la región durante décadas. América Latina es presentada como una “tierra llena de vitalidad y esperanza” en la política oficial de China, pero los inversionistas han considerado durante muchos años que la distancia entre la región y Asia es prohibitiva: Buenos Aires, Montevideo y Santiago, la capital más lejana de Pekín, se ubican en promedio alrededor de 12,000 millas (19,300 kilómetros). Otros consideran que los entornos regulatorios y los procesos de licitaciones de la región son sumamente complejos o exigentes. Como señaló Zuo Pin, de la Universidad de Estudios Internacionales de Shanghai en la revista china Guoji Guancha en 2015, América Latina es un entorno muy desafiante para los inversores chinos.

La complejidad que se percibe en la región se ve agravada por el frecuente fracaso de las compañías chinas en practicar la debida diligencia en la región, lo que lleva a conflictos imprevistos y retrasos en los proyectos o sobrecostos. Los ejemplos son numerosos, como en Bolivia, con el mantenimiento de la carretera El Sillar y las protestas contra el proyecto de la represa Rosita por su falta de consulta previa con las comunidades afectadas. Las acusaciones de corrupción también han afectado a proyectos chinos en América Latina, como el caso de la concesión del tren México-Querétaro y dos presas hidroeléctricas en Argentina.

Venezuela también se ha convertido en una fuente continua de estrés para los encargados de políticas chinos y para los muchos bancos y compañías que operan allí, incluso teniendo en cuenta que Pekín mantiene vínculos con el gobierno de Nicolás Maduro. China otorgó otro préstamo de $5 mil millones de dólares a Venezuela en 2018, pero al mismo tiempo finalizó un período de gracia crítico para los pagos de deuda de Venezuela. Este último fue interpretado como un signo de la creciente impaciencia de Pekín con la mala gestión de Maduro en relación a la economía. El desafío del líder de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, a la presidencia venezolana, presenta otro desafío para los tomadores de decisiones chinos, particularmente si un nuevo gobierno venezolano buscara reestructurar la deuda pendiente con China.

Con Venezuela y otros socios en mente, algunos en China lamentan el alto riesgo de las oportunidades disponibles para las compañías chinas en América Latina. Como señalaron en un artículo de 2018 los expertos de la Academia de Ciencias Sociales de China, Wang Yongzhong y Xu Peiyuan, “como recién llegada a la arena de la inversión internacional, (China) se ve obligada a ubicar capital en los países y regiones con mayores riesgos”. Las perspectivas de los proyectos no son siempre muy atractivas o incluso factibles, especialmente cuando China trata de evitar el riesgo a su reputación derivado de acuerdos fallidos en Sri Lanka y en otras partes del mundo.

Muchas promesas, poco cumplimiento

Por esta y otras razones, las empresas estatales de China y los bancos terminan cumpliendo sólo una fracción de los muchos proyectos que toman en consideración. China ha expresado interés en cerca de 150 proyectos de infraestructura de transporte en América Latina y el Caribe desde 2002, por ejemplo, pero hasta el año pasado, sólo la mitad de ellos había entrado en alguna fase de construcción. Muchos, como el ferrocarril bioceánico, que atravesaría el continente desde Perú hasta Brasil a un costo de más de $ 50 mil millones de dólares, no se han movido más allá de la fase conceptual.

Mientras tanto, están surgiendo nuevos obstáculos. Por ejemplo, restricciones adicionales a las salidas de capital de China podrían frenar la infraestructura y otras actividades en América Latina. Aunque las reservas de divisas de China han crecido un poco en los últimos meses, los posibles topes al crédito disponible obligarán a los bancos y empresas estatales a elegir los proyectos en el extranjero con más cuidado. A pesar de los esfuerzos por aumentar los lazos entre China y América Latina y el nuevo papel de la región en la Iniciativa la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), las empresas y los bancos chinos se inclinan a buscar oportunidades más cerca del país, con costos más bajos y redes bien establecidas. La desaceleración de la demanda latinoamericana de finanzas e inversiones chinas también podría moderar la actividad en los próximos años. Los receptores tradicionales de préstamos estatales chinos, como Ecuador y Argentina, probablemente no aumentarán sustancialmente los niveles de deuda soberana con China, incluso si los términos son atractivos. Muchos otros sienten una presión considerable por parte de Washington de evitar acuerdos importantes con China, especialmente en proyectos que han percibido implicaciones de seguridad para Estados Unidos.

China, por supuesto, continuará acercándose a América Latina de forma efectiva, incluso si adopta un enfoque más consciente de la inversión en la región. América Latina sigue ocupando un lugar destacado en los cálculos de energía y seguridad alimentaria de China y como un mercado clave para sus exportaciones chinas, cada vez con más valor agregado. El comercio regional con China alcanzó niveles récord en 2018, tanto para las importaciones como para las exportaciones. Además, China está forjando nuevos lazos económicos con un puñado de países de Centroamérica y el Caribe al haber obtenido recientemente su reconocimiento diplomático. Las compañías chinas tienen un papel relevante en los planes de desarrollo de infraestructura de Panamá, por ejemplo, tras la decisión del presidente Juan Carlos Varela de cortar los lazos con Taiwán en 2017.

Además, aunque América Latina presenta desafíos claros para algunas empresas, otras han experimentado un éxito rotundo en la región y buscan involucrarse más ampliamente. Al menos dos empresas estatales chinas han decidido expandir sus operaciones mineras en Perú. Otros, como State Grid y China Southern Power Grid, han logrado una presencia sorprendente en las redes de poder nacionales. Las compañías chinas también han tenido un éxito notable en la negociación de acuerdos portuarios en América Latina y el Caribe, con unos 20 proyectos portuarios en curso o ya completados. Se piensa que estos y otros acuerdos logran una serie de objetivos políticos y económicos de China, al mismo tiempo que también apoyan los objetivos de desarrollo regional.

Más allá de lo económico

La presencia china en áreas que no son las económicas también está en su punto más alto. El trabajo diplomático de China en América Latina, ya sea a través de la cooperación técnica u otras formas de vínculo persona a persona, se ha disparado en los últimos años. Estas redes recientemente desarrolladas sin duda fortalecerán los lazos entre ambas partes, a pesar de que muchos de estos esfuerzos aún son relativamente ad hoc y no están coordinados, según entrevistas con funcionarios latinoamericanos.

Sin embargo, las naciones latinoamericanas no deberían contar con importantes inyecciones de capital chino durante la próxima década, especialmente de la variedad anticíclica. Los inversionistas chinos llenaron un vacío crítico en la región durante la crisis de los productos básicos, y China fue en gran parte responsable del crecimiento económico moderado en América Latina después de la crisis financiera mundial de 2008, pero las limitaciones y las tendencias podrían empujar a las empresas chinas a una posición más predecible hacia mercados de alto rendimiento, o hacia aquellos más cercanos y más relevantes para el BRI. Este es especialmente el caso cuando las empresas chinas que se vuelven cada vez más competitivas con sus contrapartes internacionales.

En medio de la creciente preocupación por la extendida presencia de China en América Latina, ya sea desde Washington o en cualquier otro lugar, corresponde a los funcionarios de todo el hemisferio evaluar la magnitud y el ritmo del avance de China en la región, tomando en cuenta que la retórica no siempre coincide con la realidad. A pesar de los lazos comerciales fuertes y los efusivos pronunciamientos de la política china, los inversionistas en muchos casos están yendo a un ritmo más moderado en América Latina, y probablemente lo seguirán haciendo en el futuro.

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Margaret Myers is director of the China and Latin America program at the Inter-American Dialogue.

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Tags: China, economicos
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